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NOTICIA
JULIANNE MOORE “MADUREZ SIN MIEDO”

A sus 56 años luce hermosa y radiante, con sus características pecas, su seductora melena rojiza y una tez tan blanca que deslumbra. Pero, además de tanta belleza, nadie duda que Julianne se perfila como una de las celebridades más exitosas de todos los tiempos. 


Por DULCE VILLASEÑOR 


Entre rodajes, campañas de publicidad de L’Oréal Paris, marca de belleza de la que es embajadora desde 2013, y red carpets (¿cómo pasar por alto sus recientes looks para el Festival de Cine de Venecia, donde lució más elegante que nunca?), se encuentra en una digna cruzada personal, con la que pretende empoderar a las mujeres que, tras cinco décadas de vida, sufren la presión social por “no avejentarse”. Ejemplo de ello fue hace algunas semanas, cuando se dio a conocer que, junto con Liv Tyler, Moore es imagen de una importante marca de ropa interior, donde se muestra segura, sofisticada y ¡muy sexy! Por si fuera poco, la audacia de posar en paños menores, recién declaró a una revista femenina que lo que menos le obsesiona es crecer: “Podrías estar muerta, así que disfrútalo. Es un privilegio que pasen los años”, señaló. Con este tipo de revelaciones, la estadounidense de origen escocés se ha unido a otras divas de Hollywood, como Helen Mirren, para invitarnos a todas a dejar de preocuparnos por los estragos físicos consecuentes de los avances del reloj, pues para ella, cualquier marca es una “herida de guerra”, un sinómino de experiencia y, sobre todo, una señal de que se ha dejado huella en este mundo, justo como lo ha hecho con su carrera. 


AL BUEN TIEMPO, BUENA FAMA 


Un Oscar por Mejor Actriz, dos Globos de Oro, un Premio Bafta y un Emmy son algunos de los reconocimientos que se ha ganado en sus 30 años de trabajo duro. Y resulta difícil imaginar que, a lo largo de esta impactante trayectoria, algo la haya intimidado. De hecho, si pudiéramos describir en una palabra lo que hace, sería “intenso”. Puede dar vida desde a una ama de casa depresiva con una sexualidad reprimida (The Hours), una exdiva que lucha contra el olvido (Map to the Stars), una mujer que atraviesa un divorcio con el gran amor de su vida (Crazy, Stupid, Love), hasta a una erudita del lenguaje que se enfrenta al Alzheimer a temprana edad (Still Alice, cinta que por cierto, le valió su estatuilla dorada, en el 2015). 

Cada papel que elige la reta no solo a ella, sino también a nosotros como espectadores, pues nos incomoda y cuestiona nuestra visión de la realidad. ¿Cómo olvidar aquella escena de Savage Grace, cuando, inmersa en su rol de Barbara Baekeland, seduce a su propio hijo, interpretado por el aclamado Eddie Redmayne? ¿O cuando en Boggie Nights, ópera prima de Paul Thomas Anderson, se le ve como una estrella porno destruida por la cocaína luego de haber perdido la custodia legal de su hijo? Al respecto de sus controversiales papeles, en 2014 declaró al diario inglés Telegraph: “Algunos actores me han dicho que no pueden lograr cierto tipo de escenas. ¡No puedes decirte eso a ti mismo!, ni tampoco frases como ‘Estoy haciendo esta película solo porque será buena para mi carrera’.  Eso es terrible. Por supuesto, yo he hecho cosas que no me han gustado, pero siempre he tratado de aprender de ellas”. 

La actriz, cuyo talento es tan apreciado que los escritores reescriben el guión con tal de que ella lo apruebe, para nada se da aires de grandeza. Proviene de una familia americana tradicional de clase media, en la que su padre, un juez militar, y su madre, trabajadora social escocesa, le enseñaron dos culturas en su totalidad distintas, a lo que quizá podría atruibuirse su capacidad de adaptarse a cualquier escenario. Sus papás le advirtieron que podría dedicarse a lo que quisiera, siempre y cuando tuviera una educación. Lo que ellos no esperaban es que aquella joven de aspecto un tanto nerd (alejado por completo de la bomba de erotismo actual) eligiera la actuación. “Se escandalizaron cuando les dije”, compartió al periódico The Guardian. Y así, cumplió su promesa de estudiar: después de acabar la universidad, aceptó un papel en una teleserie, donde estuvo tres años, e hizo ruido mediático por hacer escenas semidesnuda. “No fue gran cosa. De cierta manera, actuar es una manera de superar la conciencia de uno mismo. Se trata de cómo cobras vida frente a la cámara. Siempre te estás cuestionando: ¿esto es real y auténtico?”, sostuvo para Telegraph. 


Perfil completo de Julianne en Revista Vanidades, Diciembre 2017.

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