CHARLIZE THERON RUDA PERO BELLA 

Determinación que no admite parpadeos y mucho menos un encuentro con el significado de la derrota. Es lo que corre en las venas de los más recientes personajes interpretados por la bella actriz sudafricana. Resulta ser el factor común entre la detective de Atómica, la madre de tres hijos que estelariza Tully, así como la chica cuya tranquilidad podría fragmentarse en los límites desdibujados de Gringo. 

POR BENJAMÍN ACOSTA DESDE LOS ÁNGELES 

Atómica representa en sí una bomba de tiempo que nos mantuvo impávidos y al filo de la butaca. La imponente actriz de 42 años luce espectacular en cada movimiento que ejecuta durante una misión casi suicida y totalmente frenética en el ocaso de la guerra fría. Del suspenso y acción que envuelve a esta agente de la inteligencia británica, Charlize se convierte en una madre de tres hijos que será apoyada por una niñera que de forma natural creará un fuerte vínculo con la familia. Es así como  las habilidades de una espía quedan atrás para habitar el hogar dulce hogar que presenta otra clase de retos en su próximo film Tully. Aunque las persecuciones golpes y tintes de sensualidad serán recobrados por la artista en medio de una historia  de narcotráfico llamada simplemente Gringo que llegará a las pantallas en marzo.  Así es como las adversidades a las cuales se enfrenta cada uno de sus personajes, adquieren diferentes matices para los cuales la actriz se ha preparado para entregar lo mejor de sí misma. 

Y ha sido la vida misma que se ha encargado de entrenarla para saber encarar y superar los  obstáculos. Una vez que emigró de los suburbios de Johannesburgo, caminaba en las pasarelas de Milán como consecuencia de un certamen de modelos del cual resultó ganadora. A sus entonces 18 años, también el ballet clásico se había convertido en una de sus apuestas. Entonces Nueva York era el escenario ideal para que la joven se perfilara hacia un prometedor futuro artístico. Pero un problema de salud relacionado con sus rodillas le hizo dar un golpe de timón. La ruta original que había trazado con esas aspiraciones cambió hacia Los Angeles. Después de claudicar con sus sueños en Brodway, decide mudarse a la emblemática ciudad californiana para convertirse en actriz. “Los obstáculos abren la posibilidad de la reinvención. De eso se trata la vida, de pruebas constantes y lecciones que más nos vale aprender”, afirma quien obtuvo el Oscar por el aterrador papel que realizó en Monster (2003). Simultáneo a ese cambio de piel que implica la actuación, su desenvolvimiento trae consigo rendimientos inesperados. Se convierte en una de las mejores pagadas al recibir 10 millones de dólares por su trabajo en North Country y Æon Flux. Y fuera del set de filmación, como activista social, se ha involucrado con organizaciones por los derechos de las mujeres, así como con el trato justo con los animales. No hay duda sobre el placer que le resulta involucrarse con proyectos diversos. 

No te pierdas más sobre Charlize en Revista Vanidades, Febrero 2018.