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NOTICIA
EL ADIÓS DE MARCELO RÍOS

El ex tenista nacional y número uno del mundo se aburrió. No soportó  el acoso de la prensa ni el trato que se les da en Chile a sus ídolos y parte a Sarasota (Estados Unidos) con su familia. En esta entrevista el hoy empresario inversionista escarba en su propia historia para explicar y entender su comportamiento huraño. Confiesa que nadie le enseñó a manejarse con dinero y fama, dice que ha madurado y también aprendió a ser más cariñoso.


→ Por  Paula Palacios 

→ Fotos  Daniel Corvillón


Desde que conoció y se casó con la relacionadora pública Paula Pavic —en 2009—, poco se sabía de la vida de Marcelo Ríos (41). En efecto, el ex tenista número uno del mundo cuenta que vivió una especie de ostracismo de diez años con su mujer; tiempo en que se dedicó a tener y criar a sus cinco hijos (Isidora 8, Colomba 6 y los trillizos Antonella, Agustina y Marcelo 5), a manejar sus negocios e inversiones con su empresa Marimay, para lo cual se preparó con estudios de finanzas en Nueva York y aquí en Chile, en la corredora Larraín Vial. Evitó todo lo que fuera exposición pública, prácticamente se enclaustró en su casa del exclusivo condominio Valle Escondido y decidió no pisar nunca más una discotheque para evitar rumores o derechamente —dice—, “mentiras que arriesgaran mi matrimonio”. Durante ese tiempo dio una que otra entrevista donde reveló el difícil momento personal que atravesó el 2013 luego de haber tenido dos cuadros de vasoconstricción reversible (bloqueo de las arterias que impiden el paso de sangre al cerebro) en menos de seis meses, que confidenció entonces, lo angustió mucho e hizo sentir vulnerable. Esas declaraciones mostraron por primera vez a un Chino Ríos menos rudo y más humano, que dejaba de estar a la defensiva y mostraba de manera inédita sus miedos y aprensiones. Un Marcelo más cercano que vino a coronar esa nueva faceta con su llegada a Twitter (en mayo del año pasado) y más tarde con su visita al programa  El Cubo de Chilevisión, donde habló de su vida, familia y de la relación con su hija mayor Constanza (16, de su primer matrimonio con Giuliana Sotela) que vive con su madre en Costa Rica.

Se mostraba cómodo en esta etapa de su vida, casi reconciliado con la prensa con la cual siempre fue huraño, desde sus primeros pasos en el tenis y por lo que más de una vez se ganó el Premio Limón en Roland Garros, por ser el jugador menos simpático del torneo. Pero al parecer, esa cercanía que se veía de su parte, con los medios en particular, era solo aparente. Marcelo asegura que el acoso de la prensa persiste, que sale a la calle y se siente acusado y que es muy difícil para un ídolo como él vivir en Chile. Esas son algunas de las razones por las que hace unos meses puso en venta su casa y por las que el próximo 15 de junio partirá en familia a vivir a la ciudad de Sarasota, a 370 kilómetros de Miami Beach. Un lugar que el Chino conoce perfecto, ya que queda a diez minutos de Bradenton donde se encuentra la academia de Nick Bollettieri; el lugar en que entrenó por seis años en su mejor época como tenista. La idea inicial es irse un año, que bien podría extenderse por tiempo indefinido. “Cumpliéndose el plazo veremos qué pasa”. 

Ese Marcelo más cercano y relajado del último tiempo ha llamado la atención incluso de agencias publicitarias que lo quieren como rostro de sus marcas (será la nueva cara de mayonesa Hellmann’s Supreme). “Cuando me metí a Twitter de aburrido, me empezaron a llegar ofertas de comerciales. Soy un rostro potente por lo que hice en mi carrera, pero no hago cualquier cosa; elijo los que más me interesa y ahora quería que mis hijos vieran a su papá en la tele promocionando la mayonesa que ellos comen. Es otra faceta, también hago charlas motivacionales, aunque lo mío son las inversiones y mover las platas que gané. Me interesa saber dónde están, cómo manejarlas. Me entretiene ver crecer mi dinero”.

—¿Está más abierto o cercano?

—No encuentro... Ocurre que estuve 10 años haciendo otras cosas, trabajando con mi papá y no fui a ningún programa de TV. Cuando me casé con Paula, decidí no mostrarme más en público y mantener mi relación lo más privada posible; necesitábamos guardarnos cosas para nosotros.

—¿Les ayudó ese tiempo como pareja?

—Totalmente. Quise cuidarme, por eso apenas nos casamos decidí no pisar nunca más una discotheque. En Chile, los periodistas de farándula son una mierda y si me ven bailando por ahí van a decir que ando curado... 

—¿Eso lo empuja a irse de Chile?

—Quiero estar en paz un tiempo. Luego de la vasoconstricción cerebral que tuve, me dijeron que no puedo estresarme o vivir momentos tensos, por lo que me impidieron casi trabajar. Me recomendaron quedarme en mi casa lo más tranquilo posible... Por otro lado, uno de mis trillizos (Marcelito) tiene un problema broncopulmonar, por eso todos los inviernos arrendamos casa en Sarasota y nos vamos por un mes. Este año le propuse a Paula irnos tres meses y ella me dijo un año. Lo pensé y concluí que Marimay lo puedo manejar desde allá, y mi papá puede ayudarme aquí. Mi señora estudiará inglés, mis hijas irán al colegio, Marcelito quiere jugar fútbol y yo trataré de entrenar a alguien o hacer algo que me entretenga.

Sigue la entrevista completa en Revista CARAS, edición aniversario 29º.

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