El año pasado decidió vender su restaurante para poder tener tiempo para él. Gracias a eso ha logrado repartir sus días entre asesorías, clases de cocina, viajes culinarios y otros proyectos personales de los que nos cuenta en esta entrevista. 

POR PAULINA MARDONES 

FOTOGRAFIAS  KATA ULLOA 

Una de las primeras clases de cocina que tomó Cristián Correa (44) fue en la cocina de Verónica Blackburn, la misma en la que está preparando una plateada con puré de zapallo antes de la entrevista. "Nunca pensé que esta iba a ser mi profesión o mi pasión. Trabajo en lo que me gusta y eso es exquisito", cuenta el chef. 

Luego de salir del colegio estudió publicidad porque no creía que pudiera vivir como cocinero. Cuando hace 17 años se encontró sin nada, después de hacer un mal negocio, un amigo le ofreció un espacio de su terreno y decidió arries- garse abriendo un restaurante de sushi. De ahí no paró. En su currículum figuran el restaurante Se cocina en Frutillar, su trabajo como chef de un yate durante 5 años, el Caleta Lastarria, por mencionar algunos. Junto a eso y gracias a su carisma ha sido bautizado como el chef guapo de la cocina chilena y ha participado en programas de televisión de Mega y La Red. 

Hoy dice tener más tiempo para sí mismo y lo divide entre las clases que hace en Verónica Blackburn, Ursus Trotter y en El Bodegón Clandestino en el Barrio Italia, además de asesorar dos restaurantes: el Trawen en Pucón y El Mesón del Río, en Borde Río. También ha podido dedicarse más a las motos y bicicletas, de las que se declara un fanático. Este año pudo asistir junto a unos amigos al Campeonato Mundial de Motocross en Argentina, en el que recorrieron casi tres mil kilómetros. 

VANIDADES ¿Cómo y cuándo empezó tu gusto por la cocina?

CRISTIAN CORREA Cuando era muy chico en el campo de mis abuelos, donde mi abuela cocinaba como los dioses. Ahí empecé. La cocina era bien grande y se hacía manjar, mermeladas, conservas, miel, queso y mantequilla. Yo siempre estuve metido en la cocina, era chico pero constantemente estaba rondándola. Y cuando tenía unos 15 o 16 años mis cumpleaños eran  más especiales, porque yo preparaba un cordero al palo. Fui siempre muy sibarita.

VA ¿Qué fue lo primero que aprendiste a preparar? 

CC El manjar. Cuando uno se portaba pésimo, te dejaban revolviendo la olla durante tres o cuatro horas y si te salías te sacaban la cresta, era típico en el campo. Y también las mermeladas y las conservas. 

VA ¿En qué momento te diste cuenta de que la cocina era más que un hobby?

CC Cuando ya ganaba plata; con el sushi partí para ver cómo funcionaba y al final me iba todos los días con hartas lucas en el bolsillo, y lo fui armando con cosas de mis amigos que tenían restaurantes; uno me vendió una cocina, otro me vendió un mesón refrigerado... Así partí y gracias a Dios me ha ido muy bien en lo que me gusta y me encanta. A veces uno trabaja todos los días de la semana y se siente cansado pero es solo físico, porque es una pasión. 

VA Has incursionado en cocina hindú, española, italiana y varias otras, ¿cuál es tu especialidad?

CC Me encanta volver a las raíces, llevo más de diez años rescatando las recetas de antaño, la receta de la abuelita. De hecho, todavía tengo el libro de recetas de mi bisabuela escrito a mano y a veces lo ojeo y es maravilloso. A mí me gusta comer rico, comer sabroso, que si te vas a comer un sándwich que te chorree. Me encanta ir al Mercado Central, a la Vega y rescatar esos productos como el cochayuyo, la sal de cahuil, la quinoa. Es tan fácil y rico cocinar, uno entrega amor y cariño. 

Mi restaurante, el Caleta Lastarria se enfocó en recorrer Chile a través de la gastronomía de norte a sur, y rescataba en el norte los mejores cebiches, en el sur un caldillo de congrio o el curanto en olla. Platos sencillos de hacer pero deliciosos. 

Sigue la entrevista del chef Cristián Correa en Revista Vanidades, Julio 2017.