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NOTICIA
VALOR PARA PROTEGER EL FUTURO

Expediciones a los rincones más remotos de la costa chilena revelan maravillas marinas que han inspirado al gobierno de Chile para protegerlas. 


Por Enric Sala y Alex Muñoz 

Fotografías de Enric Sala 


Bajo un cielo de nubes dramáticas, nos acercamos a unos acantilados verticales y agrestes. De lejos, la base de los acantilados estaba bordada con rocas pardas, pero, al aproximarnos, algunas de las rocas más oscuras  parecieron moverse. 


Detuvimos nuestra lancha a 100 metros de la costa y nos acercamos con sigilo desde al agua, con visores y esnórquel. No eran rocas, sino mamíferos: lobos nos de Juan Fernández. Cientos de individuos, desde machos adultos enormes hasta crías de dos meses, tapizaban las rocas. 

El lobo no de Juan Fernández es un ejemplo único de conservación marina, una especie que se cazó hasta casi extinguirla hace un siglo, pero cuya población ahora es abundante y va al alza aquí, en la isla chilena de Robinson Crusoe. ¿Cómo es posible que un país como Chile que se ha dedicado tan intensamente a la pesca albergue un ejemplo tan notable de recuperación de vida marina? 

Chile es un país alargado, con la espina vertebral de los Andes en su límite oriental y un territorio que desciende hasta el Pacífico, donde hay más de 4.000 kilómetros de costa. A partir de ahí y hacia el oeste, Chile expande su superficie en un abanico marino de 3.6 millones de kilómetros cuadrados, casi cinco veces más que su extensión terrestre. Chile es un país eminentemente oceánico. 

Y también es un país eminentemente pesquero. En 2010, Chile ocupó el séptimo lugar en el mundo en captura total de especies marinas, gracias a la pesca industrial de especies como anchoveta, jurel y sardina del Pacífico. Pero la explotación creciente desde los años sesenta se volvió sobre- explotación. Según la Subsecretaría de Pesca de Chile, de las 25 pesquerías chilenas, siete se encuentran en plena explotación, seis están sobreexplotadas y nueve se han agotado. Es decir, más de la mitad de las pesquerías de Chile se ha colapsado o va en camino a ello, incluyendo especies de alto interés comercial, como la merluza austral, el bacalao de profundidad y el mismo jurel, que tan abundantemente se pescó en el pasado. 

En Pristine Seas, de National Geographic, buscamos los últimos lugares silvestres del mar, sitios remotos que nos puedan mostrar cómo era hace 500 años, antes de que la pesca industrial lo vaciara de animales grandes. Para ello utilizamos bases de datos globales sobre población humana, distancias a grandes puertos, esfuerzo pesquero y otros factores, para obtener una lista de lugares con el potencial para albergar ecosistemas mari- nos en buen estado de salud. Debido a su historia de explotación pesquera, Chile no parecía un can- didato a esa lista de lugares prístinos. 

Para nuestra sorpresa, un puntito verde surgió en nuestro mapa, a 850 kilómetros de distancia de la costa norte de Chile: las islas Desventuradas. Una de ellas, San Félix, alberga una pequeña pero estratégica base de la Armada de Chile. La otra isla, San Ambrosio, se encuentra deshabitada, ex- cepto por un puñado de pescadores de Juan Fernández, que se desplazan estacionalmente para pescar langosta desde 1901.

Sigue este interesante reportaje en Revista National Geographic, Octubre 2017. 

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