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NOTICIA
NICOLÁS LÓPEZ ‘ME ATERRA VOLVERME LOCO’

El autor de la exitosa Sin Filtro y Hazlo como hombre, la cinta que desbancó a Amores Perros en México con 4.5 millones de espectadores y 15 millones de dólares recaudados hasta ahora, cuenta cómo convirtió sus inseguridades y obsesiones en exitos de taquilla. Aquí adelanta su próximo estreno No estoy loca, que transcurre en revista CARAS.


Por Lenka Carvallo   

Fotos Camilo Melús


Los Angeles. Agosto 2017. Nicolás López está obsesionado —un rasgo recurrente en su personalidad— con invitar a Quentin Tarantino a la première de Hazlo como hombre, la película que en México batió récords y alcanzó los 4.5 millones de espectadores y que presentaría en el mismo cine donde, varias décadas antes, Steven Spielberg lanzó Tiburón. López sabía que, al menos, para el director de Kill Bill no era un desconocido; Tarantino ya había celebrado una de sus primeras obras, Promedio rojo (2001), cuando la calificó como “la película más divertida del año” y estuvo en el estreno de Knock Knock (el thriller y éxito de taquilla que protagonizó Keanu Reeves, coescrita por López), pero la respuesta a su invitación nunca llegó.

“Bueno, chao —dijo—, me quedaré con las ganas”. Ese martes no fue uno de sus mejores días: la reunión que tenía al final de la tarde se canceló y, sin nada más que hacer, decidió ir al cine. Ya era tarde, cerca de la medianoche, cuando llegó. El lugar estaba vacío. Sin embargo, a uno de los costados del amplio hall, tomando una cerveza en la barra, estaba Tarantino. 

Con el corazón en la boca, las manos sudorosas, al borde del ataque de pánico —otro rasgo recurrente del director, como contará en esta entrevista—, López no podía creerlo. Tras dudarlo un rato y armarse al fin de valor, se acercó. 

—Hola Quentin, soy Nicolás López. 

—Hola Nicolás, que haces acá. 

Así comenzó una conversación que acarreó también muchas cervezas y que terminó con el varias veces ganador del Oscar, ícono del cine de autor, no yendo a la première como él esperaba pero sentado junto a él varios días después en una butaca con Hazlo como hombre proyectado en la gran pantalla. “Vimos la película un fin de semana con él y su mujer y se cagaron de la risa, se fascinaron. Cuando terminó, me dijeron ¿vamos a comer algo? Y ahí estábamos tomando margaritas. No lo podía creer, imagínate, soy profundamente afortunado. Esto es lo que yo llamo el cambio de la realidad, seguir tus instintos y lograr que las cosas sucedan”, dice ahora el director de Sin filtro (2016) instalado en el café a un par de cuadras de su productora, eufórico con la anécdota que vivió hace menos de un mes mientras pide un cortado y una paila con huevos.

Conversar con Nicolás López es como enfrentarse al personaje de una película. Con él todo puede ser real o ficción, todo puede ser material para un guión, como lo ha hecho con la decena de filmes que lleva realizados a sus 36 años, todos autobiográficos y ficcionados a la vez, como para despistar un poco. Un mundo que gira en torno a perdedores, neuróticos, nerds, vidas fracasadas, mujeres en crisis, en fin, al mismo López y su universo presentado bajo el prisma de la ironía. 

“Para mí el humor es el mayor sinónimo de inteligencia, o sea, alguien que no tiene humor para mí es tonto”, dice mientras ataca su paila con calma y luego retomamos el camino a su planeta personal: Sobras, la productora donde realiza sus películas.


UNIVERSO LÓPEZ


“Para mí éste es mi refugio, una especie de Neverland, la ciudad de los niños perdidos donde sólo trabajo con la gente que me quiere y que me hace feliz”, dice sobre esta casona de estilo neoclásico francés, escaleras de mármol con pasamanos de bronce, piso de parquet. Sus altos muros están tapizados de graffitis, afiches de sus películas, y en el recibidor un llamativo altar kitsch de la Virgen de los Milagros. Aquí López y su equipo se encomiendan cada vez que realizan una nueva producción; ahora el motivo es por Hazlo como hombre, su primera realización para el mercado mexicano, que fue coproducida con Televisa y grabada en Chile con elenco de ese país. A un mes de su estreno el filme logró superar en taquilla a Amores Perros —hasta entonces la más vista de la historia azteca—, nada menos que la ópera prima del hoy famoso director y ganador de innumerables Oscar, Alejandro González Iñarritu. Eso mientras que tras su estreno en EE.UU. se convirtió en la película en castellano más exitosa. Entre todo, la película ya suma 14 millones de dólares recaudados.  

En esta misma casona, unos pisos más arriba en un loft decorado como un muestrario de fetiches pop, también vive López. La casa era de la familia materna de Paz Bascuñán Aylwin. La actriz —quien a su vez es protagonista de varias de sus películas— es casada con el español y socio de Sobras, Miguel Asencio. Ambos modernizaron esta casona para albergar en un hemisferio a la productora y en otra a esta serie de lofts. Y fue en este mismo edificio donde además se filmó Sin Filtro, la segunda película chilena más vista en nuestra historia, que fue vendida a 10 países para ser reproducida en versiones locales. En España, por ejemplo, la protagonizará Maribel Verdú y en Estados Unidos nada menos que Eva Longoria. 

Hoy el director se prepara para batir sus propios records con  No estoy loca, que se estrenará el 4 de enero de 2018, nuevamente con Paz Bascuñán como protagonista. Al elenco sumó a varias de sus eternas musas, como Fernanda Urrejola, Ignacia Allamand, Antonia Zegers y Gabriela Hernández. Se trata de la historia de una periodista (Bascuñán) que es abandonada por su marido (Marcial Tagle) porque se enamora —y deja embarazada— a su mejor amiga y compañera de trabajo (Urrejola). Muchas de las escenas fueron en  las oficinas de CARAS, que López conoció cuando realizó el proyecto digital CARASTV. “Fue impactante ver este lugar comandado por casi puras mujeres, un universo súper interesante para situar la película y muy poco reflejado en el cine. Y como siempre pirateo la vida, cuando escribí el guión lo hice pensando en filmarlo en CARAS, un lugar donde se habla de cultura, espectáculos, política y moda. Además que el periodismo siempre me ha gustado, yo viví con una periodista durante muchos años y fue la inspiración para la protagonista”.

Detrás de todo este imperio llamado Sobras está Nicolás López, 1.73, varios kilos más delgado gracias a una banda gástrica, cada vez con menos pelo, ojos pequeños y escrutadores, vestido con la misma chaqueta que usó un par de días antes y que de hecho se pone para la producción de fotos. ¿Pero quién es Nicolás López en realidad? 

Corte. Flashback.

Un niño pequeño juega en el jardín infantil a que es director de cine. Todos se  ríen de él y le dicen el “director fracasado”, le hacen bullying porque es gordo, tímido y raro. Toda su experiencia escolar la plasma luego en Qué pena tu vida (2010), Qué pena tu boda (2011) y Qué pena tu familia (2012).

Saltamos unos años más adelante: El preadolescente es el mayor de cuatro hermanos. Su padre es socio de una importante productora de comerciales, Cinemágica. La familia, en pleno boom de la publicidad, se convierte en aquello que a fines de los ’80 se conoce como nuevos ricos. La madre no trabaja y se dedica por completo a sus hijos. Es sobreprotectora, creativa y dispersa. No duda del talento de Nicolás y alimenta su universo llevándolo al cine, comprándole libros, lápices de colores, revistas. A los 10 años, y tras leer Rebel Without a Crew del director mexicano Robert Rodríguez y ver Clercks de Kevin Smith, comenzó a usar la cámara de sus padres para filmar sus primeros cortometrajes. 

Corte. Fila para comprar el almuerzo. El estudiante de 11 años se une a los otros alumnos que lo miran sorprendidos: por primera vez su madre no le llevará más el termo al colegio y desde ese día comerá en el casino junto a sus amigos. Sus compañeros lo miran incrédulos. Cuando se preparaba para alcanzar una de las bandejas, el inspector toca su hombro para avisarle que su mamá lo espera con el termo. Un “uuuy” se oye a coro. Nicolás va donde su madre. Corte. El preadolescente, rojo de ira, le arroja los fideos con salsa a la cara mientras grita “¡Te dije que no me lo trajeras más!”. Madres horrorizadas, risitas crueles. La imagen en cámara lenta de los tallarines cayendo por la cara de su mamá. 

En la casa madre e hijo hablaron, se pidieron perdón y cada uno reconoció su error. Entonces ella le hizo un regalo. Era el libro Woody Allen en frases e imágenes. Nicolás se fascinó con los personajes neuróticos, la mentalidad femenina, las relaciones en crisis, con el humor negro del director neoyorquino y quiso ser como él.

Entrevista publicada en Revista Caras, Octubre 2017.

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