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NOTICIA
CECILIA BOLOCCO ‘LAS PENAS ENFERMAN’

Para visibilizar la cruzada contra el cáncer de mama, Cecilia posó para portada de CARAS sin ropa por primera vez. Convencida de que los dolores, en especial los afectivos, inciden en la aparición de esta enfermedad —que ha estado en su historia familiar por tres generaciones— a la que le perdió el miedo. “Es esencial aprender a amar la vida, a honrar tu existencia, a alimentar tu alma. Cuando estás en armonía es muy difícil que te enfermes”. 


Por Lenka Carvallo   

Fotos Jonathan Zamora para Estudio Schkolnick   

Producción Esteban Aparicio C.   

Maquillaje Oscar Bravo   

Pelo Edgardo Navarro


“Jamás había hecho una sesión así, ni siquiera en ropa interior, pero ya tengo 52 años y esta cruzada lo vale”, dice la animadora y líder del capítulo chileno de la campaña The Estée Lauder Companies para la prevención del cáncer de mama que este 2017 cumplió 25 años incentivando a las mujeres a hacerse la mamografía. La enfermedad ha estado presente en la historia familiar de Cecilia durante tres generaciones y, como reconoce, tuvo que “aprender a vivir con esta espada de Damocles”. 

En 2007 su madre, Rose Marie Fonck, fue diagnosticada y debió enfrentar una quimioterapia, mientras que su abuela materna y también su bisabuela murieron por este mal, que además ha afectado a la única hermana de su mamá y a una de las hijas de ésta, quien falleció a los 45 años. Sólo se salvan Cecilia, sus hermanas Diana y Verónica, así como la única prima hermana que sobrevive por el lado materno. Todo gracias a que cada año se realizan los controles de prevención. Por eso Cecilia llama a chequearse anualmente. “Hay que hacerse el examen, protegerse, cuidarse. Y esta campaña de Estée Lauder contribuye a crear conciencia de que es posible prevenir y encontrar una salida, que el cáncer no tiene por qué ser un castigo o una sentencia de muerte si se detecta a tiempo”.

A la hora de posar ante el fotógrafo, durante la sesión en la que fue muy cuidada para proteger su intimidad, lo único que preocupaba a Cecilia era la posible reacción de su novio José Patricio Daire, su pareja desde hace casi dos años —a quien llama cariñosamente Pepo— y su hijo Máximo Menem Bolocco. Pero todo fluyó; el resultado fue óptimo y en línea con el mensaje. Cero pudor, claramente la animadora está totalmente conectada con su cuerpo, algo que —según reconoce en esta entrevista— se acrecentó con los años. Como siempre afirma, la belleza está en la actitud, pero también en la bondad y la espiritualidad. “Una persona que es feliz con su vida, que se siente plena, lo refleja”. Y por eso aplaude que los cánones estén cambiando y que las mujeres tallas XL y también XXL, las con grandes curvas o no tanto, bajitas o altas, las mayores de 40 años y aún más maduras, en fin, aquellas que —como la mayoría— no pertenecen a los criterios estéticos que por décadas ha impuesto la industria, hoy protagonicen su propia rebelión. Y así lo muestra ahora la publicidad, algunos medios de comunicación y, muy especialmente, las redes sociales con sus nuevas líderes y ejércitos de seguidores. 

“Afortunadamente gracias al ballet, que empecé a practicar a los cuatro años, aprendí desde muy chiquitita a conectarme con mi cuerpo; y en mi casa supe alimentarme bien; no había comida chatarra ni bebidas y comprendí la importancia de no echarte cualquier cosa a la boca. Al cuerpo hay que respetarlo, quererlo, cuidarlo, sin obsesiones”.

Nunca fue deportista ni fanática del gimnasio. “Pero siempre he sido buena para moverme; prefiero las escaleras a tomar el ascensor. Y ya ves mi casa: está llena de desniveles y peldaños por todas partes. Además, tengo la suerte de que mi musculatura ya se formó gracias al ballet, mi cuerpo se estructuró, aunque ahora lo tengo un poquito abandonado... O sea, no es que me haya dejado estar... Tal vez será por los años pero el cuerpo también cambia... Además que con Pepo nos gusta comer rico, con un vinito y compartir; hacemos mucha vida social. Y tengo una obsesión con los chocolates. Es una cosa espantosa; puedo devorar una caja entera por la noche”. 


A lo mejor se está liberando de la tiranía de la belleza tras tantos años como nuestra única Miss Universo y figura de la TV,  donde hay que estar siempre joven, flaca, sexy...

—Pero nunca tuve esa exigencia. Cuando salí elegida Miss Universo, a los dos años ya estaba haciendo CNN y me maquillaba yo sólo diez minutos antes; luego me agarraba el pelo en una cola de caballo y ya. Cuando llegué a trabajar acá hacía lo mismo. 

Y agrega:

—A lo mejor todo el mundo piensa que estoy todo el día en la peluquería, en el gimnasio, pero nada que ver. Si pudiera teñirme el pelo yo misma, lo haría. No soporto tener que ir, ni siquiera me hago la manicure porque trabajo mucho con mis manos (y muestra sus uñas cortas, perfectas, aunque sin una gota de esmalte).


O sea no es esclava de la belleza.

—Nunca. Me gustan las cosas lindas, la estética, todo bien puesto, ordenado, pero no soy obsesiva.

Sigue esta entrevista completa en Revista Caras, Noviembre 2017

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